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Trabajadores de una curtiembre recuperaron fábrica

Según cuenta la página web de la ahora quebrada Compañía Industrial del Cuero (CIDEC), en 1939 tres familias húngaras cruzaron el Atlántico con mucha esperanza y sorbe todo experiencia curtidora para instalarse en la Argentina. Continúa explicando que la, en ese momento, modesta empresa instalada en Morón, llegó a ser una de las diez más grandes y famosas del mundo, sobrepasando el sueño de sus fundadores.
¿Qué habrá pasado en estos años con el manejo de esta tradicional curtiembre para que en 2006 cerrase sus puertas presentando la quiebra? Lo mismo se preguntan sus trabajadores casi sin respuestas. Sin embargo, y a pesar de tener más dudas que certezas, decidieron conservar sus puestos de trabajo y tomar la fábrica porque, acertadamente, ellos mismos explican que “trabajar es parte de la dignidad del hombre”.
Exactamente el 26 de octubre de 2006 se presentó la quiebra de la CIDEC dejando a 400 trabajadores en la calle. Así, la empresa que hasta ese momento había facturado 36 millones de dólares en 2006 y 50 millones de dólares en 2005, según nos informaron sus ex empleados, carecía de solvencia.
Haciendo un poco de historia junto a los obreros, nos enteramos que en 2001 la empresa había entrado en convocatoria de acreedores. En ese momento el hijo de quien creían que era el dueño, el señor Sergio Copani, los había reunido a todos en el patio de la fábrica para regalarles unas ¿frases de aliento? Daniel Loiza, uno de los empleados, relata cuáles fueron las palabras de Copani: “El salió diciendo que iba a sacar la fábrica adelante, poniéndose al frente, haciéndose cargo de la empresa. Los que estuvimos ahí trabajamos 4 años, creyendo en esa persona.”
Sin embargo, en CIDEC nada era lo que parecía. Durante el proceso judicial descubrieron que los Copani, no eran los dueños de la empresa, sino que figuraban como simples empleados. Más grande fue la sorpresa cuando supieron que habían trabajado para alguien de quien no conocían ni de nombre. El verdadero dueño de la fábrica era un tal Crobato quien, incluso hasta el día de hoy, sigue siendo un mito.
Así fue como, en medio de tanta confusión y con el firme objetivo de mantener su fuente de trabajo, los empleados fundaron una cooperativa, cuyo secretario actual es Daniel Sapia. “Esperamos hasta enero pero nadie se acercó con una propuesta concretar de comprar la empresa o ponerla en funcionamiento. Entonces, como había que salvar la maquinaria y sobre todos nuestros trabajos entre todos y mediante asamblea tomamos la decisión de hacer una cooperativa. Empezamos de a poquito, preguntando. No sabíamos ni cómo era una cooperativa, ni cómo se formaba. Pudimos hacer todos los pasos y ya tenemos matricula de Provincia.” explica Sapia.
Al igual que en otros casos, la historia de CIDEC no escapa a uno de los mayores conflictos que tiene que enfrentar las cooperativas: el económico. Por eso, desde el momento en que decidieron tomar la fábrica sabían que no iban a cobrar un peso y así fue. Consiguieron un subsidio del Ministerio de Trabajo que apenas alcanza los $ 300. Pero lejos de bajar los brazos, la gente de CIDEC empezó a hacer pequeñas pruebas en cuero, e invertirán ese subsidio para comprar materias primas y poder, finalmente empezar a producir. Además, consiguieron que la jueza que entiende la causa les de la tenencia de la fábrica. Aunque todavía faltan unas semanas para eso.
CIDEC traviesa por un proceso que, si todo les sale bien, llegará a su fin cuando tengan el permiso. Pero hay “otras” cosas que se vivieron durante este tiempo y que son muy interesantes. Por que, tanto Daniel Sapia como Rubén Vaca – uno de los trabajadores – relatan los momentos en que les pagaban fuera de fecha, sin recibos, ni salarios, sin vacaciones y en los que vivían con la angustia constante de no saber qué va a pasar…ellos y sus familias. Pero los dos enfatizan en los mismo: “¿Sabés lo que pasaba acá? se vivía en una burbuja. Porque se ganaban muy buenos sueldos y cuando nosotros veíamos a la gente que no tenía trabajo no nos interesaba, no éramos cooperativos. Después que despidieron compañeros y pasó todo esto nos empezamos a dar cuenta cómo eran las cosas. Como nosotros decimos `Acá todo lindo, lo que es feo es estar de la vereda de en frente´ y ahora nos tocó a nosotros estar ahí. Pero estamos con toda la fuerza para enfrentar el desafío, para empezar con esta nueva experiencia Ahora es como un trabajo nuevo, es todo distinto porque tenemos que trabajar para nosotros”.
Por el momento, los ahora cooperativistas de CIDEC esperan cobrar un fondo de desempleo que les permita reinvertir en la empresa y empezar a trabajar. Por supuesto que el número es mucho menos que aquellos 600 que alguna vez supieron trabajar los cueros. Hoy son un grupito de 20 o 30, de los cuales 10 son socios fundadores de la cooperativa. Mientras, esperan que alrededor de 400 empleados más se vayan asociando. Pero muchos obreros no pudieron esperar a ver los frutos de esta nueva forma de trabajo. Algunos consiguieron otros empleos, otros murieron por depresión antes de ver la salida colectiva.

Silvana Palini