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CUANDO EL HAMBRE SE VUELVE GULA

Festival Internacional de Cine Independiente





Las casi 480 películas que ofrece este año el 9º Festival Internacional de Cine Independiente, BAFICI, parecen platos exquisitos para aquellos hambrientos de films. Sin embargo, ante una mesa súper cargada de fuentes variadas muchos de los comensales no saben qué servirse. Entonces, ciegos de ansiedad toman los cubiertos y pinchan aquí y allá. Un poco de comedia por la mañana, drama al mediodía, a la tarde ensalada de documentales y para culminar el día: un postre musical. Se llenan los platos; entre bocado y bocado sólo un respiro. “Más, más, quiero más” parecen suplicar por más que el cuerpo ya no resista.
Aunque este año, y por primera vez desde que se inauguró el evento, el BAFICI no cuenta con el apoyo del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, INCAA, los organizadores multiplicaron la apuesta. Además de aumentar la cantidad películas en la programación y de incluir otra sede en Belgrano, los directivos afirman que superarán los 230 mil espectadores que asistieron a la edición anterior. Charlas y conferencias con invitados extranjeros (a destacar la clase abierta de Tom Waits el sábado 7) y liturgias musicales gratuitas en el Harrods (recomendado el recital de Yann Tierse, el domingo 8) cierran la ecléctica gama de actividades que abarca el evento.
Films gratuitos por la mañana con la libreta de estudiantes o con credencial de prensa, clases magistrales por la tarde, noches de música y seminarios. ¿Cuándo se dan por satisfechos? La variedad de delicias (a simple vista parecen panes caseros recién sacados del horno) los tienta y los atrapa. Así, los que corren por los pasillos de las sedes del BAFICI van decodificando, tachando y resaltando las páginas del catálogo oficial. Llegan con ojeras y algo despeinados a las diez de la mañana, cuando empieza la primera función y después se dedican a correr. Correr para conseguir entradas (aunque ya tienen suficientes quieren más), correr para llegar a tiempo a la función siguiente que queda en el otro extremo del mapa o correr para lograr que alguno de los directores con acento extranjero le conceda una entrevista.
Platos y platos que se terminan y se vuelven a llenar. Comensales que degustan apurados y que comen con los ojos. Ante tanta variedad, desesperados, descartan los criterios para elegir qué servirse y juntan salado, dulce, frío, caliente, agridulce y amargo. Y aunque sólo después de haber terminado, podrán decir qué tan exquisita estuvo la comida, uno de los miles de cinéfilos que rondan el Abasto hizo un comentario (entre bocado y bocado) muy acertado: “Este festival está diseñado para que la pases mal”.



Para obtener más información sobre las presentaciones y cronograma puede consultarse el sitio oficial del BAFICI.




por Analía Fernández